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Conflicto de Darfur en Sudán
El conflicto de Darfur, región del este de Sudán, comienza en 2003, cuando se agudizan las tensiones entre la población negra y la de origen árabe, ambas mayoritariamente musulmanas. El germen del problema se cuece en 1980 cuando se producen importantes enfrentamientos entre ambas poblaciones. Las etnias africanas más importantes son los fur, los zaghawa y los masalit. El aumento demográfico de todas ellas y la terrible sequía aumentan la competencia por los escasos recursos de Darfur. La llegada al poder en 1989 de un régimen militar de corte islamista favorece a los grupos étnicos árabes frente a los agricultores negros. La hostilidad crece con la llegada de más población árabe procedente de Chad, Malí y Mauritania.
Ante este panorama dos grupos africanos rebeldes: el Movimiento Justicia e Igualdad (JEM) y el Ejército de Liberación de Sudán (SLA) acusan en 2003 al Gobierno sudanés de oprimir a la población negra y atacan las comisarías.
En febrero de 2003 el Gobierno recurre a la fuerza aérea y a los yanyauid, ganaderos árabes nómadas armados. Así nacen los llamados "demonios a caballo" que por las noches arrasan los poblados de los agricultores negros, matan a los hombres, violan a las mujeres, roban sus víveres y queman sus casas, según observadores internacionales de la ONU.
Naciones Unidas y el conflicto de Darfur.
Atentado hotel Rey David
El atentado al Hotel Rey David, sede de la Comandancia Militar del Mandato Británico de Palestina y de la División de Investigación Criminal de los británicos, ocurrió el 22 de julio de 1946 en Jerusalén y fue perpetrado por el Irgún Tzvaí Leumí.
El ala sur del Hotel Rey David de Jerusalén fue ocupada para albergar las instituciones centrales del régimen británico, incluyendo el cuartel general del ejército y el gobierno civil. Se construyeron nidos de ametralladoras en numerosos puntos. Soldados, policías y detectives mostraban una estrecha y constante vigilancia en el edificio que albergaba a los supremos gobernantes ingleses del Mandato.
El Irgún sometió un plan para eliminar el edificio al mando unificado del Tnuat Hameri (movimiento común de la Haganá, el Irgún y el Lehi que, luego de la Segunda Guerra Mundial, tuvo como objetivo común la expulsión del régimen británico de Palestina y la independencia judía en dicho territorio mediante la lucha armada), el cual no lo aceptó, pero tampoco lo descartó, esgrimiendo que no era el momento adecuado.Los motivos.
El 29 de junio de 1946, los británicos ocuparon las oficinas de la Agencia Judía, secuestrando importantes documentos secretos, información sobre operaciones de la agencia, que incluían actividades de inteligencia en países árabes y el listado de varios nombres de miembros del Haganá. Toda esa documentación fue llevada al Hotel Rey David. Casi al mismo tiempo, detuvieron a más de 2.500 judíos de toda Palestina (el llamado Sábado Negro). Estas fueron las razones que incentivaron al mando de Tnuat Hameri a aprobar el plan, cuyo objetivo principal era destruir aquellos documentos reveladores. Posteriormente tuvieron que revisar el plan y fijar los detalles.
El plan.
El plan indicaba que integrantes del Irgún entrarían con explosivos en botellas de leche que llevarían colgados un cartel que diría: Minas, no tocar. Luego, para alejar a los transeúntes del edificio, lanzarían un pequeño petardo inofensivo y ruidoso. Finalmente darían avisos telefónicos a tres oficinas elegidas previamente, advirtiendo a las autoridades que desalojen el edificio. Esta operación fue llamada MalonChik ya que fue la clave que utilizaron.
La operacion.
La operación se realizó el 22 de julio de 1946. Un hombre entró en el hotel disfrazado con una túnica de empleado, colocó los explosivos en el sótano mientras un grupo lo cubría. Al salir del hotel, a las 12:00, un miembro del Irgún (de nombre Guideón) gritó a la multitud: Lárguense, el hotel está a punto de volar por los aires.
Diez minutos después Guideón llegó donde esperaba una telefonista, quien llamó al Hotel Rey David e informó a las autoridades de que habían sido colocados explosivos en el edificio y que no tardarían en estallar, advirtiendo que evacuaran todo el edificio para evitar víctimas civiles. Según afirma el Irgún, después la misma persona telefoneó a la oficina del Jerusalem Post para avisar sobre lo ocurrido. La tercera y última advertencia se hizo al Consulado Francés de la zona, aconsejando abrir las ventanas para prevenir los efectos de la explosión. Los funcionarios confirmaron después que habían recibido el aviso, por lo que acataron la advertencia, abrieron las ventanas y el edificio del consulado no sufrió daño alguno. Sin embargo, las autoridades británicas ignoraron las advertencias alegando: "No aceptamos órdenes de los judíos". Esta versión es negada por los británicos, que en la actualidad continúan asegurando que no recibieron el aviso, lo que motivó las quejas del embajador británico en Tel Aviv y del cónsul general de Jerusalén en la conmemoración del 60 aniversario del atentado por la colocación de una placa que decía que sí se les avisó.
A las 12:37, casi media hora después de haber regulado el mecanismo disparador del reloj dentro de los tarros, estallaron las bombas. Repentinamente se estremeció toda Jerusalén. Los tarros habían hecho explosión de acuerdo al plan fijado, la fuerza del estallido superó todos los cálculos. Los tarros cargados con explosivos destruyeron los siete pisos, desde el subsuelo hasta el techo. Al no haber sido evacuado el hotel por los británicos, resultaron muertas 91 personas (28 británicos, 41 árabes, 17 judíos y otros 5 de diferentes nacionalidades) y heridas otras 45.
El Eshnab, órgano oficioso de la Haganá, publicó la declaración de un testigo que estaba en el hotel en el momento de la explosión, que dijo: Cuando escuché el ruido producido por la explosión de advertencia, pensé que era mejor salir del hotel. Otros trataron de hacerlo, pero los soldados ingleses cerraron las salidas y dispararon en dirección a los que pretendían salir. Más tarde me enteré de que un oficial británico, al recibir el aviso de evacuación del hotel, había exclamado: "no estamos aquí para recibir órdenes de los judíos. Somos nosotros quienes damos las órdenes".